Llegaste tarde, cansada, pero sin sueño. Y es que la noche es el momento idóneo para recapitular los días, encontrar algo de lo perdido, saltar las cercas y huir sin ser perseguida. De no haber creído que valía la pena, ya hace mucho hubieras bifurcado el camino. Hay cosas que se construyen solas y no dependen del tiempo. Maldito tiempo, que no interrumpe su tránsito impecable. Resbaladas las ganas de llorar, uno suspira o fuma… y para el colmo, escribe. Yo me lo imagino. Pero tú duermes. Entonces nada es cierto. Sólo los ojos sobre las letras al otro día y una sensación extraña de haber vivido al mismo tiempo una caricia y un desplome desde los cielos. No habrá heridos, tampoco muertos. Es mejor que saltar de un octavo piso.
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