El ego de ella sola en terrible enfrentamiento con la realidad de todos, no deja más que iracunda a la una y en breve confusión a otros, los demás se ríen. No hay circo gratis todos los días, con una paquiderma en el trapecio vestida de payaso que vende palomitas y doma al león con su colita, toca el acordeón y mueve el pandero, anuncia el número siguiente, dirige las luces, salta, vuelca, se retuerce. Pero sobre todo grita, inconsciente de que su trompa grande no se arregla con cirujía.
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