Creo que debí ser gato. Con esa libertad de saltar algunas bardas e iluminar mis sigilosos pasos con esa luna que el ratón cree es de queso, pero que el felino sabe bien que es de fábula. Debí ser gato. Con una cola esponjada y tersa y un montón de pulgas en mi espalda. Lo más interesante es aquello de las vidas. Siete. Una por si te falla el equilibrio. Otra para sorprender a tus amigos. La tercera, por si la modernidad ataca. Una más para morirse de hambre. No hay quinta mala, que tal si es para limpiar el alma. La sexta en calidad de por si alguna otra fracasa.
Y la que quede, por aquellas salvajes gatas de amores guturales, que maltratan gatos, de esos que escapan en las noches de sus casas.
Y la que quede, por aquellas salvajes gatas de amores guturales, que maltratan gatos, de esos que escapan en las noches de sus casas.
1 comentario:
Hola. Un mensaje anónimo sui generis ¿eh? De todas maneras se agradece.
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