¿A soñar la tierra
de la que serás el polvo
su mejor tersura;
en la que nacerá tu hijo
imantado y pulcro,
beberá tu fuerza
inagotable néctar
de tu perfecto seno?
¿A qué te niegas, mujer?
¿A verte con admiración
y placer
delante de ese espejo
que te espió crecer?
¿A qué?
¿A saciarte el alma?
¿A morir hincada?
¿Deshacer tu mundo,
inventarte ruidos
propagar la fiesta
indefensa trama
de tus labios rojos
en que se antojan sueños
sin soñarse sueños…?
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