Me enseñaron a contar el tiempo
con la boca y con los dedos.
Y me dieron una camisa
con remiendos.
Escapé de madrugada,
había ladridos.
En el asombro
la boca
jamás halló el grito.
Dos veces tres no se han ido
porque había silencio,
porque no supieron
arrastrarse
y dejar la forma humana
en el encierro.
Ya no tengo nada
más qué hacer.
Hoy vigilo.
2 comentarios:
Vigilante en sigilo... abre tu alma... esa alma en delirio...
Abro la puerta, los ojos, respiro. Abro las alas de insecto dormido. El alma está expuesta. El pecho incandescente ajeno o todo mío, lejos del caos, sabe lo que el alma contiene.
Un saludo, Brujilla, bienvenida.
Publicar un comentario