No es que se canse uno del mismo hueso. No es la duda aconsejada por las pulgas. No el sobresalto del idioma hacia las ruedas negras. Ni el abandono de los juegos, las correrías y gruñidos por la casa. Tampoco las cosas quietas en el cuarto y esa luz arrimando las ventanas. Mucho menos la prisa del olfato hacia el poste malparado o la gana de arruinar el zapato incauto. Nada de eso.
En balde mi condición canina: Nunca supieron que soy un pata de perro.
En balde mi condición canina: Nunca supieron que soy un pata de perro.
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