Es uno de esos días en que el cuerpo no repara de la cama. Ya diciembre emplaza sus heladas. ¡Otra vez la Navidad, por Dios! Colores de estas fechas estallan en la calles; maquillan, destellantes, a las casas; se esbozan dentro de los hogares; aparcados en las televisiones y refundidos hasta en los cajones. Lo más entusiasmante de esto deben ser dos cosas, las archiansiadas vacaciones y las regalías (en amplio sentido) que proveen las festividades.
Hay diciembres que deberían ser mejores.
Yo sólo sé que hoy el cuerpo no repara.
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