Por las noches su perfil trasmuta y se demora. Atraviesa cada espejo, abandonando los mapas del regreso. Noviembre le borró los días de Apocalipsis y le concedió unas capas de pintura a la pared donde sangraba el desatino. No ha dejado de enumerar los inviernos monosílabos. Esos en los que en una inocencia, algo secreta, Matilda abre la mano y ahí se queda contemplando el otro paisaje con sus pájaros inalcanzables.
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