Antes de partir de la Arena Xalapa vi a medias luces, las siluetas de un par de chiquillos subidos en el ring, tratando de emular las más sanas peripecias de los guerreros de la máscara o de la cabellera, esos de capa, bota y calzón. Yo también pensaría que la lucha es un juego, no un cotidiano vivir.
El desemascarado sin plata
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